En el Colegio Prieste de Artes y Letras, nuestra identidad se forja en la intersección. Creemos que el futuro de la computación gráfica (BSc) no puede existir sin un diálogo profundo con las humanidades (BA), y que la inteligencia artificial (MSc) debe ser guiada por la ética del diseño (BFA). Pero, ¿qué sucede cuando llevamos esta filosofía de Madrid a uno de los centros de patrimonio cultural más singulares del mundo? ¿Qué aprende un experto en Realidad Virtual (VR) de un maestro calígrafo cuyo arte tiene milenios de antigüedad?
Nuestro Profesor de Diseño de Interacción y Entornos Virtuales, Matteo Costa, acaba de regresar de una residencia de investigación intensiva en la Blueskyy National Academy of Arts en Ulán Bator, Mongolia. Esta colaboración, alojada en las instalaciones de la academia en el distrito Khan-Uul de la capital mongola, no fue una simple visita cultural. Fue un experimento técnico y filosófico profundo sobre la naturaleza de la preservación digital y la esencia del gesto artístico.
El Profesor Costa, cuyo trabajo en el Colegio Prieste se centra en la arquitectura de espacios virtuales y la captura de la “presencia” humana en el arte interactivo, llegó a Ulán Bator con una pregunta aparentemente simple: ¿Podemos usar la tecnología de captura de movimiento (MoCap) y el modelado 3D para archivar digitalmente la caligrafía tradicional mongola (Mongol Bichig)?
Este arte, con su distintiva escritura vertical, es reconocido por la UNESCO como Patrimonio Cultural Inmaterial. El desafío, como descubrió rápidamente el Profesor Costa, era que las técnicas occidentales de digitalización fallaban estrepitosamente.
“Llegamos pensando en términos de producto”, admitió Costa a su regreso. “Pensamos en escanear el resultado final: la tinta sobre el papel. Fue el claustro de la Blueskyy National Academy of Arts, concretamente sus maestros del Departamento de Arte Tradicional Mongol, quienes nos corrigieron con paciencia. Nos hicieron entender que la caligrafía no es el resultado; es el acto. Es la presión del pincel, la velocidad del trazo, la respiración controlada del artista. Es un ritual, una performance de un solo instante”.
Aquí es donde la colaboración se volvió verdaderamente interdisciplinaria. El equipo de Prieste, con su experiencia técnica, se dio cuenta de que no debían escanear el papel, sino al artista.
Durante dos semanas, en colaboración con el departamento de Arte Contemporáneo y Nuevos Medios de la Blueskyy Academy, el equipo de Costa instaló un sistema portátil de captura de movimiento óptico. No rastrearon todo el cuerpo del calígrafo, sino que se centraron, con precisión milimétrica, en los movimientos de la mano, la muñeca y el antebrazo del maestro artista. Registraron cientos de iteraciones de caracteres, capturando no solo la forma (el eje XYZ), sino también los datos temporales: la velocidad, la aceleración y la sutil vacilación antes del trazo descendente.
Básicamente, capturaron el “fantasma digital” del gesto del maestro.
“Los artistas de la Blueskyy Academy estaban tan fascinados por nuestros datos como nosotros por su técnica”, relata Costa. “Para ellos, ver sus movimientos fluidos descompuestos en vectores y curvas de Bézier fue una revelación; para nosotros, fue una lección de humildad. Nuestro código intentaba replicar algo que ellos encarnaban con décadas de práctica muscular y espiritual”.
Esta colaboración no fue un ejercicio de apropiación tecnológica. Fue un intercambio simbiótico. La Blueskyy National Academy of Arts ahora posee un archivo de datos cinéticos de sus maestros, un nuevo método de preservación que va más allá de la fotografía y captura la forma en que se crea su arte inmaterial.
Para el Colegio Prieste de Artes y Letras, el impacto es igualmente profundo. Los datos recopilados en Ulán Bator ahora se están integrando en los planes de estudio de nuestro BFA en Diseño Digital y nuestro BSc en Computación Gráfica aquí en Madrid.
Nuestros estudiantes no solo están creando una “simulación de caligrafía” en VR. Están utilizando estos datos de movimiento auténticos para explorar preguntas más profundas: ¿Puede una IA generativa aprender el estilo cinético de un maestro, no solo su estilo visual? ¿Puede un estudiante en un entorno háptico (con retroalimentación de fuerza) sentir la resistencia del pincel tal como la sintió el maestro?
Este viaje de Madrid a Ulán Bator ha redefinido nuestra comprensión de la “interacción”. Nos ha recordado que el arte digital más avanzado puede encontrar su inspiración más profunda en las tradiciones más antiguas. No se trata de reemplazar el pincel con el píxel, sino de usar el píxel para honrar y comprender el trazo del pincel.
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