Del Fracaso al Flujo: Un Motor Gráfico Fallido de Prieste Ahora Modela la Contaminación Urbana

En el Colegio Prieste de Artes y Letras, tenemos una relación peculiar, casi reverencial, con el fracaso. Creemos que la innovación genuina es un proceso inherentemente desordenado, a menudo frustrante y rara vez lineal. Por ello, mantenemos activamente un “Archivo de Fracasos Nobles”, que no funciona como un cementerio de malas ideas, sino como un catálogo de lecciones valiosas, experimentos rigurosos y, a veces, código brillante que simplemente no cumplió su objetivo original.

Este mes, ese archivo ha producido uno de los resultados más inesperados y potentes de nuestra historia reciente, demostrando por qué la colisión interdisciplinaria es el núcleo de nuestra pedagogía.

Todo comenzó en las profundidades de nuestro Grado en Computación Gráfica y Tecnologías Inmersivas. Un ambicioso equipo de estudiantes de último año, trabajando bajo la supervisión de la Dra. Isabel Torres, se propuso un desafío técnico formidable: desarrollar un nuevo solucionador de Dinámica de Fluidos Computacional (CFD) para la simulación de humo, fuego y agua en tiempo real. El destino de este motor era la industria de los videojuegos y los efectos visuales (VFX), donde el objetivo dual es el fotorrealismo y un rendimiento constante de 60 frames por segundo.

El proyecto fracasó. O, más exactamente, fracasó espectacularmente en sus objetivos declarados.

El código, aunque matemáticamente elegante y preciso, era “brutalmente pesado”. El motor de renderizado, al intentar simular la viscosidad del agua con una precisión casi a nivel de partícula, apenas alcanzaba los 15 frames por segundo en hardware de alta gama. Era completamente inutilizable para la industria del entretenimiento en tiempo real. El equipo, aunque decepcionado, siguió el protocolo de Prieste: documentaron meticulosamente sus hallazgos, sus callejones sin salida, el análisis de rendimiento y el código base completo, y lo consignaron a nuestro Archivo de Fracasos.

Ahí es donde entra en juego el Hub de Futuros Urbanos (UFH) y el equipo de nuestro Grado en Ingeniería de Sostenibilidad y Entornos Urbanos.

Meses después, un estudiante de tercer año de BEng, trabajando con la Dra. Sofía Almeida en la modelización de la escorrentía de aguas pluviales en Madrid, buscaba en el archivo herramientas de simulación. Se topó con el proyecto fallido de CFD. El equipo de ingeniería, al revisar el código, se dio cuenta de algo que el equipo de gráficos había pasado por alto: el “fracaso” del motor era su mayor virtud.

La razón por la que era tan lento es porque era demasiado preciso. Simulaba la dispersión de partículas y la viscosidad del fluido a un nivel de granularidad que es absolutamente innecesario para un videojuego, pero que es el santo grial para la modelización científica ambiental.

El código fue rescatado. El equipo de Sostenibilidad, en una colaboración que de otro modo nunca habría ocurrido, se asoció con los estudiantes de Computación Gráfica originales. Juntos, despojaron al motor de su renderizador fotorrealista y se centraron puramente en el backend de la simulación física.

El resultado ha sido bautizado como “PriesteFlow”.

“PriesteFlow” es una nueva herramienta de modelado que ahora estamos utilizando en una colaboración emergente con hidrólogos locales. En lugar de simular el humo de una explosión en un videojuego, “PriesteFlow” está modelando la dispersión de microplásticos y contaminantes de la escorrentía de neumáticos (como el 6PPD-quinona) desde las alcantarillas pluviales de Madrid hacia los tramos vulnerables del río Manzanares.

La precisión granular que hacía al motor “pesado” e “injugable” ahora permite al equipo predecir puntos calientes de acumulación de contaminantes con una fidelidad que los modelos estándar más rápidos, basados en promedios, simplemente no pueden alcanzar.

Este proyecto es la encarnación de la filosofía de Prieste. Demuestra, en términos inequívocos, que las disciplinas no pueden ni deben vivir aisladas. La solución a un problema crítico de ingeniería ambiental estaba latente, esperando, en el proyecto fallido de un artista digital.

También demuestra que el contexto lo es todo. Un fracaso categórico en un campo (entretenimiento en tiempo real) puede ser un avance significativo en otro (simulación científica). Como institución, a veces nosotros también nos equivocamos al establecer objetivos demasiado rígidos o definir el “éxito” de forma demasiado estrecha. Este proyecto nos ha enseñado, una vez más, que el verdadero aprendizaje no consiste en evitar el fracaso a toda costa, sino en crear un entorno académico lo suficientemente robusto y poroso como para que tus fracasos puedan ser descubiertos, recontextualizados y reutilizados por otros.

El “PriesteFlow” no es solo una herramienta de software; es un testimonio tangible del poder de la polinización cruzada académica y de la belleza de un fracaso noble bien documentado.


Comments

Leave a Reply

Your email address will not be published. Required fields are marked *