El concepto de “Economía del Creador” ya está obsoleto en el momento en que se define. Mientras el mundo empresarial tradicional aún intenta modelar el ROI (Retorno de la Inversión) de los influencers humanos, una economía paralela, más extraña y mucho más compleja, ha surgido de las profundidades de la cultura digital: la economía de la persona digital.
Hablamos de avatares sintéticos, de VTubers (YouTubers Virtuales) que generan millones en ingresos, y de personalidades de IA que firman contratos discográficos. Esto plantea un desafío fundamental que la mayoría de las escuelas de negocios y facultades de humanidades ignoran: ¿Cómo se valora un activo que no es humano, cuya propiedad es ambigua y cuyo valor principal se basa en una narrativa completamente fabricada?
En el Colegio Prieste de Artes y Letras, no podíamos ignorar esta pregunta. Es la intersección perfecta de nuestro Grado en Gestión de Industrias Creativas y Tecnología (BBA) y nuestro Grado en Humanidades Digitales (BA). Así que hicimos lo que mejor sabemos hacer: forzamos una colisión.
El “Proyecto Avatar”, un seminario intensivo de un trimestre, reunió a nuestros estudiantes de BBA, armados con modelos de valoración de activos y finanzas corporativas, y a nuestros estudiantes de Humanidades Digitales, expertos en teoría de la identidad, narrativa transmedia y filosofía post-humanista.
El objetivo era simple: crear un marco funcional para que un inversor (como una firma de capital riesgo de Madrid) valore una “agencia de VTubers” emergente.
Las primeras semanas, como era de esperar, fueron un fracaso absoluto. Y fue maravilloso.
Los estudiantes de BBA, siguiendo la lógica empresarial clásica, intentaron aplicar un análisis de flujos de caja descontados (DCF). Trataron al avatar como una propiedad intelectual, similar a un personaje de dibujos animados. Sus modelos se centraban en métricas “duras”: ingresos por stream, acuerdos de patrocinio y ventas de merchandising.
Mientras tanto, los estudiantes de Humanidades Digitales, dirigidos por la Dra. Anaïs Duval, argumentaron que estos modelos eran ciegos. Demostraron, utilizando análisis de sentimiento y Procesamiento del Lenguaje Natural (NLP) en foros de fans y chats en vivo, que el valor del avatar no residía en sus flujos de ingresos. Residía en su coherencia narrativa.
El equipo de Humanidades presentó un caso de estudio: un popular VTuber cuya agencia, en un torpe movimiento de relaciones públicas, rompió accidentalmente el “canon” (la historia de fondo ficticia) del personaje. El resultado fue una caída del 45% en la participación de la comunidad y una revuelta de los fans. El modelo financiero del BBA no vio venir esto; lo consideró “ruido del mercado”. Los humanistas lo identificaron como un “fallo catastrófico del activo narrativo”.
Aquí es donde ocurrió el avance de Prieste.
Los estudiantes se dieron cuenta de que no se puede valorar a un fantasma digital como se valora una fábrica. Un avatar no es un activo; es una relación.
Descartando sus enfoques separados, los equipos fusionados comenzaron a construir un nuevo tipo de modelo de valoración híbrido. Este marco, aún en desarrollo pero ya funcional, trata a la persona digital como un activo de doble naturaleza: mitad empresa, mitad texto sagrado.
El “Panel de Valoración de Personas” (PVP) desarrollado por Prieste combina métricas financieras con lo que ahora llamamos “Indicadores Clave de Narrativa” (Key Narrative Indicators – KNIs):
- Métricas Financieras (BBA): Cuantifican el rendimiento pasado. (Ej. Tasa de conversión de patrocinio, Ingresos por miembro del canal).
- Métricas de Coherencia Narrativa (BA): Utilizan NLP para escanear las transcripciones de los streams y las redes sociales en busca de desviaciones del “canon” establecido del personaje. Una alta desviación indica un alto riesgo.
- Análisis de Resiliencia Comunitaria: Mide la rapidez con la que la comunidad “perdona” los errores técnicos o narrativos. Una comunidad resiliente es un activo intangible de valor incalculable.
- Cuantificación del Riesgo de “Ruptura de la Suspensión”: Mide la dependencia del avatar de la tecnología subyacente (ej. el software de rigging facial) y del actor de voz humano, calculando el impacto financiero de un fallo técnico o una disputa contractual.
Este proyecto no es un ejercicio teórico. Es una herramienta práctica que aborda el caos de la nueva economía digital. Nuestros estudiantes de BBA han aprendido que las finanzas sin contexto cultural son ciegas. Nuestros estudiantes de Humanidades han aprendido que la filosofía sin cuantificación es inerte.
En el Colegio Prieste de Artes y Letras, no nos limitamos a enseñar sobre la economía del futuro. Estamos construyendo las herramientas para valorarla, aquí mismo en Madrid, un fantasma digital a la vez.
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